
2024-05-21 08:16:00
Exploramos el controvertido caso de Scarlett Johansson y OpenAI, analizando las implicaciones éticas y legales de la imitación de voz en la inteligencia artificial.
El mundo de la inteligencia artificial ha vuelto a protagonizar titulares, esta vez involucrando a la famosa actriz Scarlett Johansson. En medio de la creciente preocupación por la ética y la privacidad en la era de la IA, surge un nuevo episodio que ha dejado a Johansson «impactada, enojada y en estado de incredulidad».
Según informes de NPR, OpenAI, la empresa líder en inteligencia artificial, ha sido acusada de utilizar una voz que suena sorprendentemente similar a la de Scarlett Johansson para su chatbot ChatGPT. Este uso no autorizado ha generado una reacción enérgica por parte de la actriz, quien ha expresado su indignación y está considerando acciones legales.
Scarlett Johansson fue una de las víctimas más destacadas de la primera ola de deepfakes, que comenzó en 2017. Su rostro fue superpuesto en numerosos videos pornográficos. A finales de 2023, demandó a la startup de IA Lisa AI por supuestamente usar su nombre e imagen para publicidad en línea sin su consentimiento.
Los detalles del caso
El CEO de OpenAI, Sam Altman, supuestamente intentó sin éxito obtener una licencia de la voz de Johansson para ChatGPT. Ante el rechazo de la actriz, OpenAI optó por licenciar una voz que, aunque similar, no era la suya. Johansson ha manifestado su sorpresa al descubrir que la voz utilizada por OpenAI era tan parecida a la suya que incluso sus amigos cercanos y los medios de comunicación no podían distinguirla.
Este incidente plantea importantes preguntas sobre la ética en el uso de la voz y la imagen de las personas en el ámbito de la inteligencia artificial. En un momento en que los deepfakes y la generación de contenido sintético están en aumento, la protección de la identidad y la privacidad se vuelve cada vez más crucial.
Scarlett Johansson, quien previamente fue víctima de deepfakes que superponían su rostro en videos pornográficos, está decidida a defender sus derechos personales en este nuevo frente tecnológico. Su experiencia resalta la necesidad de una mayor claridad y regulación en torno al uso de la voz y la imagen de las personas en aplicaciones de inteligencia artificial.
La postura de OpenAI
Por su parte, OpenAI ha afirmado que la voz utilizada en ChatGPT no es una imitación de Scarlett Johansson, sino que pertenece a una actriz profesional diferente. La empresa ha destacado que su objetivo no es imitar a celebridades, sino crear una experiencia de usuario atractiva y natural.
Sin embargo, la controversia persiste, y la falta de transparencia en torno al proceso de selección de voces y la falta de consentimiento por parte de Johansson plantean serias preocupaciones éticas.
El caso de Scarlett Johansson y OpenAI pone de manifiesto los desafíos éticos y legales que enfrentamos en la era de la inteligencia artificial. Es imperativo que se establezcan normativas claras para proteger los derechos de privacidad e identidad de las personas en el contexto de la IA.
La tecnología avanza a pasos agigantados, y con ella surgen nuevas cuestiones éticas que requieren una atención cuidadosa y una acción decisiva por parte de legisladores, empresas y la sociedad en su conjunto.